viernes, 22 de mayo de 2015

Parábola del barro y la paloma

A mis padres

Has surgido del barro que hoy te vence en las alas.
El azul de este cielo que rozas se anticipa a toda labor tuya:

es la imagen del sueño que alguna vez tramaron
las manos extendidas de una mujer y un hombre.

Los dos -el hombre y la mujer, sus manos-

son barro aún, barro orgulloso del vuelo que inventaron
para ti, desde abajo.
Los dos -el hombre y la mujer, sus manos-

son el barro que hoy vuela desplegando tus alas,
redención necesaria de su altura imposible,
o penosa victoria de esa fe inquebrantable,
de esa agónica forma que sostuvo su abrazo.

Pedro, has surgido del barro. Las alas

que hoy te abruman con su peso suicida
son el triunfo de entonces, la certeza de un vuelo
por otros, para ti, soñado.

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Una vez declaré que este era mi poema mío favorito. No sé cuándo lo escribí, ni cuántos años he tardado en escribirlo, ni si está terminado. Lo di a conocer en un recital que compartí con mi amigo Ginés Aniorte, el 6 de junio de 2006, en el transcurso de un ciclo que coordinó José Luis Martínez Valero; al año siguiente se imprimió en el volumen Poesía en el Archivo (Murcia, 2007, pág. 312). Y el 15 de septiembre de 2008 se me ocurrió compartirlo en el blog Retales de mi alforja.

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